Los cinco 01 - Los cinco y el tesoro de la isla by Blyton Enid

Los cinco 01 - Los cinco y el tesoro de la isla by Blyton Enid

autor:Blyton, Enid [Blyton, Enid]
Format: epub
Tags: Desconocido
editor: Desconocido
publicado: 2009-12-28T22:10:44+00:00


Se metió en la habitación. Su tío seguía roncando Se acercó sigilosamente a la mesa que había tras el y cogió la caja.

Entonces un trozo de madera de la caja rota cayo al suelo con gran estrépito. Su tío se removió en el sofá y abrió los ojos. Rápido como una centella, Julián se agazapó tras el sofá, conteniendo la respiración a duras—¿Qué ha sido eso? —oyó que decía su tío. Julián permaneció quieto. Luego su tío volvió a acomodarse en el sillón y a cerrar los ojos. Pronto volvieron a oírse los acompasados ronquidos.

"¡Hurra! —pensó Julián— Ya esta dormido otra vez."

Sigilosamente volvió a coger la caja y se dirigió a la puerta-ventana. Al poco estaba ya paseando tranquilamente por el jardín. No pensó en ocultar su trofeo. Su mayor ilusión era enseñárselo a los otros para que admirasen la proeza que había llevado acabo.

Fue corriendo a la playa, donde los otros estaban tomando el sol sobre la arena.

—¡Eh! —gritó—. ¡Eh! ¡Ya la tengo! ¡Ya la tengo!

Los chicos se incorporaron rápidamente, muy contentos de ver la caja en manos de Julián. Olvidaron completamente que en la playa había muchas personas que podían verlos. Julián se dejo caer en la arena.

—Tu padre se durmió al final —le dijo a Jorge—. ¡Tim, no me muerdas el traje de baño! Fíjate, Jorge: me metí en la habitación por la puerta-ventana y cuando ya había cogido la caja se cayó un trozo de madera y el ruido despertó a tu padre.

—¡Cáspita! —dijo Jorge—. ¿Y que paso luego?

—Me escondí detrás del sillón y estuve allí, agazapado, hasta que volvió a dormirse —dijo Julián—. Luego me escapé. Ahora vamos a ver lo que hay dentro del cofre. No creo que tu padre lo haya tocado siquiera.

Así era, en efecto. El cofrecillo estaba intacto, aunque enmohecido por la humedad de años. Y la tapa estaba tan oxidada que parecía imposible que el cofre pudiera abrirse.

Sin embargo, Jorge empezó a raspar el óxido con su cortaplumas y a poco la tapa empezó a ceder. ¡Antes de un cuarto de hora, estaba ya abierto el cofre!

Los chicos se inclinaron todos sobre él, observándolo con interés. Dentro había unos cuantos papeles viejos y una especie de libros con las cubiertas negras. Pero nada más. Nada de oro. Nada de tesoro. Todos se sintieron algo decepcionados.

—Está todo enteramente seco —dijo Julián, sorprendido—. No hay rastro de humedad. El cofrecillo ha resguardado bien lo de dentro.

Tomó el libro y lo abrió.

—Es un diario de tu antepasado donde cuenta las incidencias del viaje —dijo—. Cuesta mucho trabajo entender la escritura. Es muy pequeña y enrevesada.

Jorge cogió uno de los papeles. Era un grueso pergamino amarillento por los años. Lo desdobló y lo extendió sobre la arena. Todos lo miraron, interesados, pero nadie pudo comprender el significado de los garabatos que tenían ante los ojos.

Parecía algo así como un plano.

—Tal vez sea el plano de un sitio a donde hay que ir —dijo Julián.

De pronto, Jorge empezó a agitar nerviosamente las manos y miró a los demás con un raro brillo en los ojos.



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